Mercado Peruano De Seguros
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Mercado Peruano De Seguros

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Las incertidumbres políticas y económicas han empañado el desempeño de la industria de seguros de Perú, a pesar de los esfuerzos para aumentar los niveles de protección que están por debajo de los de otros mercados latinoamericanos.

La persistencia de la inestabilidad política tanto interna como externa, así como la inflación y las altas tasas de interés, dificulta que las aseguradoras proyecten un entorno más favorable este año, aunque hay esperanzas de que la situación mejore en 2024.

“No solo el mercado asegurador, sino también la economía peruana ha pasado de un ciclo de muy alto crecimiento que se ha frenado en los últimos años”, dice el presidente de la Asociación Peruana de Empresas de Seguros (Apeseg), Eduardo Morón. “Uno escucha sobre el supuesto divorcio que hay entre el político y el económico, pero claramente no hay tal divorcio.”

Perú ha sido sacudido por una ola de protestas políticas desde principios de diciembre, cuando el presidente Pedro Castillo fue depuesto luego de intentar disolver el Congreso en lo que los críticos describieron como un intento de golpe de estado.

En las siguientes semanas, millones de peruanos salieron a las calles para protestar contra la destitución de Castillo, cerrando carreteras y perturbando la operación de empresas en segmentos como minería y energía. La represión de las fuerzas de seguridad encabezadas por la nueva presidenta Dina Boluarte resultó con por lo menos 48 muertos.

La crisis no es nada nueva. Boluarte es la sexta presidenta peruana desde 2016, y varios de sus predecesores abandonaron el cargo en medio de la agitación social y los conflictos con el Congreso.

La inestabilidad ha afectado el desempeño de la economía peruana, que se espera que registre un crecimiento del PIB muy modesto o nulo en el primer trimestre. Según Conmex Perú, una asociación de empresas exportadoras, la economía ya se estaba desacelerando antes de las protestas y cerró 2022 con una tasa de crecimiento del PIB de 2,7%. La tasa es aproximadamente la mitad del promedio registrado en los diez años anteriores a la pandemia de Covid-19.

El sector asegurador no se ha librado de los problemas. Según Apeseg, el volumen de primas en el mercado peruano disminuyó 1,2% en 2022 en términos reales, luego de descontar el impacto de la inflación. La penetración de los seguros, que creció constantemente desde mediados de la década de 2010, apenas se disparó en los últimos dos años y sigue siendo un muy modesto 2,05 % del PIB. Las primas per cápita se ubicaron en $145, una pequeña disminución en los últimos dos años.

Morón no cree que el mercado vaya a tener un desempeño mucho mejor en el corto plazo, ya que está claro que las aseguradoras no pueden desvincular su destino de la desaceleración económica.

“Nuestra perspectiva es que el 2023 será muy parecido al 2022, con un crecimiento muy bajo de premios por el tema político y por el tema económico”, afirma él.

La calificadora de riesgo AM Best asignó un pronóstico negativo al sector de seguros de Perú en julio de 2022, y parece poco probable que realice cambios significativos en la perspectiva en el futuro cercano, dice el analista Eli Sánchez.

“La incertidumbre de reactivación de la política económica ha impactado en Perú desde 2020. Eso es algo que realmente preocupa al mercado”, explica.

Sánchez señala que las aseguradoras tenían una tendencia positiva a principios de 2022, con un retroceso de las reclamaciones posteriores a la pandemia en segmentos como el seguro de automóviles. Los siniestros por Covid también decrecieron, mientras aumentaba la demanda de coberturas de seguros colectivos demandadas por las empresas.

Sin embargo, los planes de pensiones, que constituyen una parte importante del mercado, estaban luchando para hacer frente a los planes del gobierno para permitir que los ahorradores sacaran dinero de sus planes de jubilación. Las medidas generaron dudas sobre la sostenibilidad del sistema privado de pensiones a largo plazo.

Por el lado de los seguros de automóviles, la inflación desenfrenada en Perú y en el exterior aumentó el costo de los repuestos, encareciendo como resultado el pago de siniestros. Por otro lado, los ingresos por inversiones en el sector se vieron favorecidos por tasas de interés más altas.

Sánchez señala, sin embargo, que las protestas que surgieron en todo el país en la recta final de 2022 trastornaron sectores vitales de la economía como la minería, elevando la perspectiva de siniestros y preocupando a los aseguradores por riesgos como el descontento social, el terrorismo y la interrupción de negocios.

“Deberíamos ver tasas más altas en los seguros y tal vez menos apetito por el riesgo de los suscriptores internacionales”, dice Sánchez.

Por lo tanto, las empresas pueden tener dificultades para encontrar capacidad en algunos segmentos de seguros en futuras renovaciones. Un patrón similar ha tenido lugar en otros mercados latinoamericanos que han pasado por disturbios sociales en los últimos años, como Chile y Colombia.

Sin embargo, Morón cree que el caso peruano presenta diferencias significativas en relación a sus vecinos andinos, al menos en lo que se refiere a la exposición de las aseguradoras a siniestros vinculados a la conflictividad social.

“Cualquier extranjero que vea las manifestaciones inmediatamente las compara con las de Chile y Colombia, pero acá ellas son menos urbanas,” dice él. “Ocurren en ciudades más pequeñas y por eso no crean la misma sensación de riesgo y tampoco generan demanda por protección frente a temas de vandalismo.”

La incertidumbre también está afectando a sectores como el de la construcción, que tiene un amplio impacto no solo en los seguros, ya que se ha reducido la demanda de proyectos de cobertura, sino también en el empleo y el poder adquisitivo de las familias. El interés por las pólizas de seguro de salud, que se disparó con la pandemia, ha comenzado a disminuir y las familias tienen menos ingresos discrecionales a su disposición.

“Eso hace con que una serie de productos de aseguramiento no tengan quien los esté impulsando”, afirma Morón.

Sin embargo, el presidente de la Apeseg estima que la situación debería estabilizarse un poco en los próximos meses. A su juicio, la economía debería registrar en 2024 tasas de crecimiento cercanas al 4%, un nivel más acorde con el pasado reciente. El mercado de seguros debería beneficiarse como resultado, dice.

Sin embargo, impulsar esos deprimentes índices de penetración de seguros puede llevar un tiempo y una dosis adicional de esfuerzo por parte del sector. Ana Morales, socia de Boston Consulting Group, BCG, en Lima, cree que las aseguradoras peruanas aún necesitan encontrar los canales correctos y desarrollar productos asequibles para atraer más clientes al mercado.

“Las aseguradoras están en el camino correcto, pero todavía no han logrado hacerlo”, dice ella.

El universo de clientes potenciales desatendidos incluye consumidores jóvenes, trabajadores independientes y pequeñas y medianas empresas. Los dos primeros pueden ser objetivo de un proceso de digitalización en curso que recibió un nuevo impulso desde la pandemia de Covid-19. Este último requiere una mayor atención por parte del mercado a sus necesidades específicas.

“A pesar de ser un sector tan importante, las aseguradoras todavía no tienen una oferta clara para las PYMES. No existen por ejemplo los productos multirriesgos que son comunes en otros mercados”, dice Morales.

Además de la digitalización, las aseguradoras peruanas pueden buscar alianzas con socios como bancos y otras empresas que tienen una amplia presencia en todo el país y pueden ayudar a reducir los costos de distribución y brindarles acceso a una gran cantidad de datos sobre clientes potenciales.

“Diferentemente de Europa, los bancos en Perú todavía trabajan con márgenes altos en sus préstamos y no ven como una necesidad imperativa entrar en el mercado de seguros. Pero sí hay esfuerzos iniciales en esa dirección”, observa Morales.

Sin embargo, para que todo eso suceda, las aseguradoras deberán tener suficiente confianza en la dirección del país para asignar capital a nuevas áreas comerciales.

“En todas partes de América Latina, el capital de los inversores tiende a ser muy tímido. Solo quiere ir a negocios de seguros que han funcionado durante muchos años y realmente no tienen grandes iniciativas significativas para aumentar la penetración de seguros”, concluye Sánchez.

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